Las cifras preliminares del año fiscal 2022 muestran el crecimiento de un 35 % en las eutanasias autorizadas por el Estado.
Las muertes asistidas en Canadá experimentaron un auge el pasado año fiscal y, probablemente, establecieron un récord, según estimaciones de la Coalición para la Prevención de la Eutanasia compartidas este viernes en un artículo de The Trumpet.
El reporte indica que aunque las autoridades de salud del país no darán a conocer su recuento oficial durante algunas semanas más, las cifras de la organización muestran que hubo 13.500 casos de muertes asistidas en las provincias de Alberta, Ontario, Nueva Escocia y Quebec, lo que representaría un aumento del 35 % respecto al año fiscal anterior —donde se registraron 10.064— y un máximo histórico.
Solo en la provincia de Quebec, la eutanasia representó el 7 % de todos los fallecimientos, lo que la convierte en la tercera causa de muerte después del cáncer y las enfermedades cardíacas.
Un sondeo llevado a cabo por el Instituto Angus Reid muestra que las muertes asistidas autorizadas por el Estado cuentan con bastante aceptación pública. Así, 6 de cada 10 canadienses apoyan que las personas con alguna condición médica grave e irremediable opten por terminar con su vida de esta manera. La misma encuesta también estableció que 3 de cada 10 ciudadanos apoyan la muerte asistida para personas con trastornos mentales.
Otra investigación separada de la empresa Research Co. encontró que un cuarto de la población considera que no tener hogar o vivir en la pobreza son criterios válidos para recurrir al procedimiento.
Por su parte, el director de la mencionada coalición, Alex Schadenberg, señaló el miércoles al periódico Daily Mail que las tasas de eutanasia se están “disparando” debido a su “fuerte promoción” en el sistema sanitario de Canadá.
“Cada institución sanitaria importante tiene un equipo de asistencia médica en caso de muerte que literalmente se acercará a todos los que puedan optar por la medida y les preguntará si quieren morir”, explicó el activista. “Si vas a pagarle a la gente para que esté en un equipo de muerte asistida, venderán lo que están ofreciendo”, agregó.
El activista Daniel Zekveld argumentó que Canadá ha desarrollado “uno de los regímenes de eutanasia más permisivos del mundo” y ofrece cada vez más este procedimiento “como una solución fácil al sufrimiento” en lugar de brindar atención vitalista a quienes la necesitan.
Mientras, el grupo proeutanasia ‘Dying With Dignity’ (‘Morir con dignidad’) argumentó que la muerte asistida está “impulsada por la compasión, el fin al sufrimiento y la discriminación, y el deseo de autonomía personal”.
El Tribunal Supremo de Canadá dictaminó en 2015 que prohibir esta práctica viola los derechos de las personas a la “dignidad y la autonomía”. Un año más tarde, se legalizó tanto la eutanasia como el suicidio asistido para personas mayores de 18 años, siempre que tuvieran una condición terminal o una discapacidad que les cause sufrimiento.
Desde entonces, continúa el debate al respecto. En febrero pasado un comité del Parlamento recomendó conceder el acceso al suicidio asistido a “menores maduros”, incluso sin el consentimiento de sus padres.